Muchas veces me he preguntado por el sentido de la vida, si
es que tiene alguno. Lo piensas fríamente y no le encuentras ninguno. Por más
que lo intento no se lo encuentro, es decir, naces… ¿para qué? No sé, ¿cuál es
el propósito de la vida? Naces para morir tras vivir unos años… y, ¿después
qué? ¿ya está? A veces lo pienso, sobretodo, por las noches que es cuando más
tiempo gasto pensando y reflexionando sobre muchas cosas, a la mayoría de ellas
no les encuentro sentido. Siempre que pienso
en qué hay después de la muerte, si es que hay algo, que no lo creo, y siempre
acabo con la misma conclusión y es, ‘vivo unos años y después me moriré, puf,
¡qué aburrido!’ y es que es así, qué aburrido ha de ser estar muerto, sin
hablar con nadie, sin saber si te han olvidado o permaneces en la memoria de la gente, sin saber qué sucede en el mundo mientras tú yaces en una
tumba o guardado en una lata hecho cenizas, eso, si con un poco de suerte no te
han derramado en el mar o en cualquier absurdo lugar porque resulta que te
gustaba pasar mucho rato allí y tus familiares opinan que es el lugar adecuado
para dejarte, para que caigas en el olvido en vez de tenerte juntos a ellos. Yo
no sé, pero me lo imagino y me resulta totalmente ridículo, quizá porque donde
más tiempo paso es en la cama y creo que tirar mis cenizas ahí no tendría mucho
sentido. En cualquier caso, a mí me gustaría que me congelasen, quién sabe,
quizá algún día consigan resucitar a los congelados, aunque pareceríamos
bogavantes, descongelados, eso sí, no por medio de un microondas, o eso espero.
La vida es un misterio, su sentido también. Aunque lo que más curiosidad me da
es la muerte, porque la vida… en fin, creo que la hemos ensuciado, ensuciando
la sociedad en la que vivimos, intentan hacernos a todos iguales, la monotonía
aburre y la gente no hace nada por ser diferente, se copian unos de otros, es
decir, no tienen personalidad. Quizá los muertos la tienen, quizá sí hay un
algo tras la muerte, un mundo distinto a la basura en la que habitamos…. quién
sabe, no estaría mal saberlo, al menos iríamos preparados. Personalmente creo
que no hay nada, te mueres, te comen los gusanos y ya está, si un día necesitan
un panteón, queman tus huesos, los tiran en cualquier sitio y ya está, eso es
todo. Yo no quiero un final así, si vivo es para algo y si muero también, las
cosas deberían tener un porqué, una razón de ser. El único sentido que le
encuentro es un ‘vivir por vivir, morir por morir’ o mejor dicho, ‘vivir para
morir’, y sinceramente prefiero pensar que cuando muera, me reencarnaré o
viviré de nuevo en un lugar distinto,
porque si no sería demasiado, no es la palabra quizás más adecuada pero sí la
que mejor se entiende, aburrido.
lunes, 11 de agosto de 2014
viernes, 4 de julio de 2014
¿Le odiaba o quería odiarle?
Siempre he odiado las mentiras, siempre. Más aún cuando
las descubro y me las siguen negando. Se siente impotencia y rabia. Varios
meses atrás en una de esas tardes aburridas, me encontré con un artículo que a
simple vista me habría pasado desapercibido, pero aquel día no. Comencé a
leerla y me paré en un dato muy curioso y beneficioso para mí, al parecer, la
verdad puede salir a la luz con un simple pinchacito en el brazo. A partir de
ahí, comencé a investigar, incluso acudía con frecuencia a reuniones de
químicos, de esos que son muy frikis y están pasados de la cabeza, en ellas he
de reconocer que aprendí muchas cosas, las cuales estoy a punto de poner en
funcionamiento.
Desde que conocí a Seth, mi desconfianza hacia él ha ido
aumentando notablemente, no sé si por sus respuestas inconclusas, por sus idas
de cabeza o… sí, las mentiras son uno de los elementos principales. Las
personas aguantamos hasta cierto punto pero llega un momento en el que no se
aguanta más. Es muy “la gota que colmó el vaso”.
Hace dos semanas me rompió el corazón, o algo similar,
realmente no se puede, pero sí herir gravemente. Me sentí fatal, rota,
engañada… a pesar de que no manteníamos una relación seria, mis sentimientos
hacia él cada segundo, cada minuto, cada hora eran aún mayores, no podía
evitarlo por más que intentaba no quererle, no lo conseguía. Quería odiarle
desde aquel domingo. Yo quería odiarle. No lo conseguía de ningún modo. “¿Por
qué si del amor al odio hay un paso, yo no consigo odiarle?” era la pregunta
que más tiempo pasaba en mi cabeza, sin respuesta alguna. Desde pequeña había
oído a mi madre decir que los problemas se tienen que cortar de raíz. Y es lo
único que puedo hacer.
Si no fuese porque me negaba la verdad, no habría llegado
a estos extremos.
Viernes,
21:32
» ¿Te apetece cenar conmigo esta noche,
en mi casa, dentro de una hora? «
Espero con ansia su respuesta. Miro el reloj impaciente.
Van a ser las 21:45. Nada. No da señales de vida. Eso sí que sería una pena, me
refiero a que no dé señales de vida. Odio que las fiestas comiencen sin mí, y
esa sería una. El tiempo corre, cada vez más rápido. Tic, toc, tic, toc.
22:07
» A las once estaré ahí «
Al fin responde. Tengo menos de una hora para prepararlo
todo. Lo primero es una buena cena, ante todo he de ser una anfitriona de diez.
Creo que con tres platos será suficiente. El postre… creo que será inesperado
para él, no tanto para mí. Un helado de frutos secos y uvas. Me centro más en
esto que en el resto porque es lo más importante. La guinda que adorna el
pastel, y nunca mejor dicho. Almendras y nueces por un lado, manipuladas
genéticamente para que la concentración de cianuro1 que poseen
aumente pasando de 2,50 mg por kg a 25 mg por kg, y las uvas por otro, que no
han pasado por ningún cambio, por tanto, si no les quito las pepitas de su
interior, las cuales contienen cianuro, el postre será más explosivo si cabe.
Es un helado incluso apetecible, si no fuese por la sorpresita. Lo dejo en la
nevera y me pongo a preparar el resto de la cena. Son las 22:29, y en media
hora llegará. De primero algo simple, apenas tengo tiempo para acabar con todo
esto, así que una crema de rape y gambas servirá. Para el segundo un simple
bacalao al pil pil. Quedan 5 minutos para las once, y he conseguido acabar
todos los platos. Había pensado poner una mesa con velas en el balcón pero no
es un lugar apropiado, mejor en el comedor.
23:02
Suena el timbre, abro y es él.
—Siento haberme retrasado —mira el reloj— uhm… 2 minutos
—dice sonriendo.
—Tranquilo, pasa. Está todo listo —digo entonando con
ganas la palabra “todo”.
Pasa al interior de la casa dando rodeos. Le noto
especialmente nervioso. Seguro que ha estado con alguna amiga, a la cual habrá
dejado a medias y ahora se siente culpable por ello. Realmente no me importa
porqué lo está, así que ni me molesto en preguntarle. Además después cantará
como un gallo al amanecer dando los buenos días al mundo.
—Te he traído una botella de vino tinto, es un Malbec2.
—Gracias, seguro que complementa la cena —no puedo evitar
que se me revuelva todo.
Nos sentamos en la mesa, frente a frente. Mirándonos a
los ojos. Esos ojos color miel que un día me hechizaron. Esos ojos color miel
que no volverán a brillar. Esos ojos. No sé cómo hemos llegado a esto. No
consigo entenderlo. Aunque podría ser peor. ¿Sí? ¿Podría serlo? Quizás no. No
lo sé, no puedo saberlo, ni quiero.
00:41
No creía que nos llevase tanto tiempo cenar. Aún nos
queda el postre. El vino se me ha subido un poco a la cabeza, a él no tanto.
Estamos pasando un agradable rato, qué pena que no sea para siempre.
—Ahora vuelvo, voy a por el postre —digo riéndome y
tropezando con la silla.
Desde la cocina le observo antes de abrir el
refrigerador. Mira el reloj cada 2 segundos y no para de escribir en su móvil.
Supongo que una pregunta más para hacerle. Vuelvo a tropezar. He bebido
demasiado vino, espero no meter la pata por ello. Saco los helados, el suyo en
una copa azul y el mío en una rosa. Sabía que si no los diferenciaba claramente
me equivocaría. Me agradezco a mí misma haberlo hecho así, con la cantidad de
alcohol que he ingerido no sé ni cómo me llamo. Me acerco a la mesa dando
traspiés. Seth se levanta a ayudarme. Le doy su copa y apoyo la mía en mi parte
de la mesa. Me siento como puedo sin caerme.
—No queda vino… creo que tengo un Château d’Yquem3
por ahí, voy a busc… —me corta.
—Mejor dime dónde está y yo lo busco, no estás en
condiciones… quiero decir que… —se traba.
—Ni hablar puedes, no sé quién está peor —digo entre
carcajadas y voy a buscar el vino.
Reviso todos los armarios de la cocina hasta que lo
encuentro. Descorcho la botella. Me da un poco de pena usar un vino de esta
categoría para esto pero en parte, la ocasión lo merece. Agarro dos copas y las
lleno de vino. La suya de vino con tiopentato de sodio4. Espero que
no se amargue el sabor. Una vez más, reto a la gravedad y regreso a la mesa con
dos copas medio llenas, medio vacías. Bebo la mía de un trago y le doy a Seth
la suya. No bebe.
—No me encuentro muy bien —“normal, el cianuro es lo que
tiene” pienso. Sinceramente debería agradecerme no haber aumentado la
concentración de cianuro en los frutos más, si por mí fuese en estos momentos estaría
en una parada cardiorrespiratoria.
—Oh, bébelo y te sentirás mejor —noto cómo se me hincha
la vena del cuello al decírselo y al ver que hace caso omiso de mis palabras.
Espero no tener que hacérselo tragar. Finalmente comienza a darle pequeños sorbos
a la copa hasta que se la acaba. Se le ve cansado. Demasiado cansado. Le
acompaño al sofá para que esté más cómodo. Espero no haberme pasado con la
dosis de trapanal5, aunque eché menos cantidad de la que se usa como
anestesia, es decir, en vez de 7 mg por kg, eché unos 2 o 3. Con esa cantidad
no puede quedarse anestesiado, aunque si se diese ese caso, en 15 minutos le
tendría despierto. Simplemente quiero que se quede hipnotizado, para que diga y
haga lo que le ordene… para que por una vez, sea sincero conmigo. Necesito eso,
sinceridad. Ni siquiera sé qué preguntarle primero. Tengo tantas dudas… y como
no me apure tendré que drogarlo otra vez y quizás le provoque apnea6
o hipotensión7, lo cual no es lo que quiero.
1:29
—¿Qué me has hecho? ¿Qué mierda me has dado? —dice
intentado gritar.
—Aquí las preguntas las hago yo —digo sollozando, esto va
a poder conmigo, así que comienzo.
—¿Dónde estabas antes de llegar? ¿Con quién? Dime.
—Yo… estaba con ella… no quería pero…
—¿Quién es ella? Habla —no quiero llorar pero tampoco
puedo evitarlo.
—Ya sabes… no llores, por favor no. —le noto arrepentido
y por un momento siento compasión.
—QUIERO QUE ME CONTESTES Y PUNTO —le abofeteo mientras le
grito.
—Elle… estaba con Elle pero no…
—Acaba la jodida frase, me estás comenzando a enervar.
—Elle me obligaba… estos… meses yo no quería, no quería.
—¿Qué no querías? —“no te ablandes, no lo hagas” me
repito una y otra vez.
—Decía que si no cumplía sus deseos, que si no hacía lo
que me ordenaba… iba a… no quería.
—Venga… ¿de verdad piensas que me voy a creer que te
convertiste en algo como su sumiso por miedo a lo que ella pudiese hacer?
—Iba a… matarte a ti… no podía permitir eso, nunca
¿entiendes? —se derrumba.
—No… no puedo creer que… todo este tiempo pensando que me
mentías, sintiéndome engañada, estando rota, más muerta que viva porque… y
ahora esto… me dices que ella quiere matarme y yo… yo estoy aquí a punto de
matarte a ti y… — ahora la que se derrumba soy yo.
—Yo… solo te quiero a ti, siempre lo he hecho… a pesar de
esto, sé que es un engaño pero ¿qué más podía hacer? Antepuse tu vida a nuestra
relación y ahora… —le veo siendo él realmente y consigue ablandar mi férreo
corazón. Sé que le quiero pero no sabía que él me quería a mí, si al menos lo
hubiera demostrado… a veces es tan frío que duele. No quiero herirle. Sus
palabras, su voz… suena tan real. Actuar con el corazón o con la cabeza, con el
amor o con la cordura. Ni siquiera sé si debo seguir escuchándole, aunque no
puede estar mintiendo… no es posible. Verle así; derrotado, arrepentido y
llorando me hace más daño a mí que a él. ¿Una vida sin él? Si no tuviese otro
remedio quizás sí, pero teniéndolo me niego a dejarle ir, más aun sabiendo que
lo que ha hecho ha sido por protegerme, aunque haya sido un engaño, podré
perdonarle, supongo que con el tiempo.
—Me siento tan mal por estar haciendo esto… me has
mentido… mejor dicho, engañado con otra… no será fácil de olvidar, sí de
perdonar porque te quiero más de lo que desearía… lo único que puedo hacer es
asegurarme de que no me engañarás otra vez y que Elle no me hará daño… ni a ti
tampoco —eso es, lo único que tengo que hacer es acabar con Elle y no es algo
complicado. Me hago pasar por Seth. Quedo con ella. Y en un abrir y cerrar de
ojos, problema zanjado, matado y enterrado.
Debería reflexionar, refrescar mis ideas pero el tiempo
no es abundante. Lo último que quiero es alargar este infierno en el que se ha
convertido mi vida desde hace unas semanas.
Cianuro1: compuesto químico, muy tóxico.
Malbec2: vino tinto argentino catalogado como
el mejor del mundo.
Château d’Yquem3: vino blanco francés
catalogado como el mejor del mundo.
Tiopentato de sodio4: droga de efectos
anestésicos que hace que el paciente hable sin ser consciente de sus propias
palabras.
Trapanal5: sinónimo de “tiopentato de sodio”.
Apnea6: enfermedad del aparato respiratorio
cuyo síntoma es la interrupción de la respiración.
Hipotensión7: tensión sanguínea excesivamente
baja.
viernes, 20 de junio de 2014
Dificultades.
Y es que no es fácil decir adiós, olvidar a una persona
que ha significado tanto, que en tan solo unos meses llegó a formar parte de tu
vida, a convertirse en tus ‘buenos días’ y en tus ‘buenas noches’, en tus
sonrisas y en tus lágrimas, no es fácil. Y mucho menos es fácil hacer como si
nunca hubiera existido, porque si lo ha hecho, y de qué forma... te imaginas
cómo sería tu vida con él, incluso haces planes, absurdos, cierto, pero que
para ti significan mucho y piensas y piensas y piensas… ¿cómo hubiera sido todo
si no os separasen tantos kilómetros? ¿cómo hubiera sido todo si cada uno de
vuestros corazones no estuviesen ocupados? ¿cómo hubiera sido todo si no
empezaseis a sentir más? En definitiva, erais solo amigos, y de repente, todo
se acaba. Tu subconsciente te machada preguntándote si realmente te ha llegado
a querer alguna vez, y tú, tú dudas. Ya no sois nada, él no quiere que seáis
nada. Se te rompen los esquemas, tus pilares… todo. No tienes formar de
alzarte, porque estás demasiado hundida, hundida por haber hecho que todo
girase entono a él, resumir tu mundo en él, y mírate, has caído en un pozo del
que quizás nadie consiga sacarte.
viernes, 6 de junio de 2014
Reseña: 50 Sombras de Grey
1.- Ficha
bibliográfica:
Título: Trilogía
50 Sombras de Grey
Autor: E.L James
Editorial: Grijalbo
Argumento:
Anastasia Steele, un joven estudiante de literatura es
obligada a entrevistar al exitoso empresario de Seattle Christian Grey, un
hombre enigmático con una belleza que impresiona a la chica y con un duro pasado, el cual le hace ser como
es y no mostrar nunca sus sentimientos hasta después de ser entrevistado,
cuando se da cuenta de que desea a Anastasia, y de que ella le quiere sin saber
por qué pero debe permanecer alejada aunque le resulta imposible y hace todo lo
posible para estar con Christian aunque en muchas ocasiones sean cosas que
nunca se había imaginado hacer, ya que Christian es un apasionado del BDSM,
además su relación gira entorno a un contrato difícil de cumplir y sobretodo de
firmar.
Opinión:
En mi opinión 50SDG no es como toda la gente piensa, creo
que se ha creado una opinión basada en lo que la mayoría piensa, sin tomarse un
momento para leerlo y ver cómo es en realidad, antes de leerlo yo también
pensaba que sería un libro basado en el sexo, es cierto que gran parte de la
trilogía gira entorno a él, pero se recogen más temas que ese como son el amor
o el misterio que aparecen en muchas ocasiones, también habla del maltrato
infantil que cambia a las personas, de la necesidad de estar con un persona,
que te hace cambiar tu manera de ver el mundo y que te hace feliz de un manera
que nunca habías experimentado, en definitiva, creo que el libro se podría
resumir en amor, pasión, misterio e intriga.
Lo que más me ha gustado ha sido el desarrollo de la
historia, esos detalles inesperados que hacen que el lector quiera seguir
leyendo, hechos que nunca podrías imaginar que fuesen a suceder, como lo de
‘pequeño Blip’, creo que fue lo que más me impresionó.
La historia trata de: amor,
pasión, misterio e intriga.
La ambientación: Seattle, Aspen, parte de Europa…
El tiempo: actualidad.
Los lugares: totalmente
reales, aunque fuera del alcance de cualquier bolsillo.
Las palabras con que está escrita: está contado desde el punto de vista de Anastasia.
Lo que menos me ha gustado es la dureza extrema de
Christian, creo que se debería de haber rebajado un poco su manera de ser
porque a veces hace que el lector quiera cambiar parte de la historia para que
se más favorable a Anastasia, pero que él sea un dominante le da un toque
intrigante a la lectura porque nunca sabes por dónde te va a salir.
Los personajes que más interesantes son Christian, por su
pasado porque es bastante duro y eso le hace ser un hombre sin sentimientos,
frío y calculador hasta que aparece Anastasia, mi otro personaje favorito,
porque a pesar de sus 21 años es muy inocente y tierna, creo que es la que da
realmente ganas de leer por la manera tan pasional que tiene de vivir cada
instante que pasa con Christian y son él, y por otro lado me ha parecido
interesante la madre de Christian, Grace porque es una gran mujer que hace todo
lo que puede y más por sus hijos.
Los personajes que menos interesantes, o mejor dicho,
menos me han gustado, son la Sra Robinson y Jack Hyde porque aunque son
personajes importantes, que le dan acción a la trilogía, son los típicos que
estropean los momentos felices y que siempre están incordiando y que por eso
suelen ser los más odiados.
El final es muy inesperado, cuando lees el primer libro y
parte del segundo, nunca te llegas a imaginar el final que te espera en el
tercero porque te puedes esperar que suceda cualquier cosa, pero no te imaginas un final así, porque no
encaja con la imagen que creas de Christian y su manera de ver el mundo, de
sacar todo lo malo de sí mismo y de no ser positivo nunca.
Claro que recomendaría la trilogía, pero obviamente no
cualquier persona, porque los temas que trata no son para cualquier público,
pero creo que personas de mi edad pueden leerlo sin ningún problema, y también
se lo recomendaría a las personas que piensan que 50 Sombras de Grey es como un
película porno pero con la diferencia de que como son libros hay que leer.
lunes, 2 de junio de 2014
Partidas de ajedrez.
Nunca antes me había enamorado de este manera como lo
estoy ahora. Eso de sentir maripositas en el estómago y demás, siempre me había
parecido una cursilada, quizás porque no las había sentido en mi propia piel.
Es cierto que me siento ridícula cada vez que siento algo parecido, pero ¿qué
se le va a hacer? Así es el amor, o eso dicen.
Hace ya 5 meses que le conocí y desde que tuve el
suficiente valor como para hablarle nos hemos vuelto inseparables, casi todo lo
hacemos juntos, somos uña y carne, aunque me comienzo a cansar de tanta
cercanía porque llega a ser muy agobiante.
Mañana
cumplimos 3 meses de relación, y es cierto que, odio los aniversarios porque
son muy absurdos, decidí que por ser el número 3, mi número de la suerte
deberíamos celebrarlo, aún no he decidido cómo sorprenderle… es bastante
difícil por mucho que me esfuerzo no lo consigo nunca, aunque creo que lo que
tengo en mente va a ser realmente sorprendente y si no lo es, supongo que será
mi último intento.
***
Son las 19:45 y en menos de una hora Jake vendrá a
recogerme para irnos al sitio en el que nos conocimos y allí celebrar por todo
lo alto estos 3 meses de amor-odio que me ha regalado, que por un lado me
hacían la persona más feliz del mundo y por otro me amargaban de una manera
indescriptible. ¿Para qué me voy a intentar poner guapa, si aunque la mona se
vista de seda mona se queda? Quizás un vestido negro, me hará ver elegante y
quedará bien para mis intenciones. Espero que el vaya de smoking o sino no se
verá muy bien después de que todo pase.
Suena el timbre y me apresuro a abrir:
— Hola, ¿estás lista para irnos? —dice con un tono dulce,
quizás demasiado dulce y empalagoso.
— Claro, cuando quieras nos vamos, no te imaginas la
sorpresa que te tengo…—mi voz suena misteriosa. Y es que no se imagina ni un
poquito lo que va a suceder esta noche, seguro que se espera una noche
perfecta, con una gran luna llena brillando sobre nosotros mientras nos
abrazamos… suena gracioso comparándolo con la realidad.
Aproximadamente desde mi casa hasta el observatorio donde
nos conocimos hay un par de horas, así que decidimos llevar su coche.
— ¿Tienes ganas de llegar? —dice con una sonrisa pícara.
— Sí, muchísimas Jake, no te lo imaginas. —no se imagina
las ganas que tengo.
— Te he comprado un regalo, no es mucho pero espero que
te guste. —“Sí, seguro”. Pienso.
— Yo no he tenido tiempo para comprarte nada… lo siento,
espero que con lo que te tengo preparado sea suficiente y obviamente, que eso
te haga feliz. —no me responde, simplemente sonríe.
Estoy harta de sus sonrisas, las tengo demasiado vistas,
es tan previsible, no creo que pueda soportarle mucho más tiempo. Mientras
circulamos por la carretera hasta antes de desviarnos hacia el bosque en
dirección al observatorio él continúa sonriendo y no me queda más remedio que
imitarle, y así lo hago, le sonrío falsamente cada vez que me mira. Noto algo
diferente en su mirada, y no consigo descifrarlo, es como si irradiase maldad,
pero no lo creo, quizás solo son imaginaciones mías pero es mejor comprobarlo.
— ¿Estás bien? Te noto… mmm… extraño. —digo
tartamudeando, y se me nota la preocupación.
— ¿A mí?
Claro que no, cielo, imaginación tuya. —sí, como siempre, todo me lo imagino,
pero esta vez tengo un mal presentimiento, es como si él estuviese actuando
como yo, imitándome, solo espero que no me tenga la misma sorpresita preparada…
aunque no lo veo capaz. Somos demasiado diferente, en todo, lo difícil de
explicar es cómo estamos juntos con el choque de carácter que tenemos.
***
Son ya las 21:35 y aún no hemos llegado, es más, creo que
se ha equivocado de desviación, aunque no estoy muy segura porque con la
oscuridad de la noche es difícil saber por dónde circulas, además la
señalización no es muy buena que digamos.
— ¿Por qué paras el coche? Aún no hemos llegado. —lo que
creía está actuando como yo.
— ¿Llegar? ¿A dónde quieres llegar?
— ¿Se puede saber a qué demonio estás jugando? —le grito.
— A lo mismo que llevas tú jugando todo este tiempo… oh,
¿estás asustada? —su voz resulta asquerosa.
— Jake, creo que no lo entiendes, que nunca lo has
entendido, aquí la que decide cómo, cuándo, dónde y a qué jugar soy yo… y
resulta que en estos momentos haces referencia a tu nombre, porque estás en
jaque. —hago lo imposible para permanecer calmada y que no note que puede
conmigo.
— Se ve que te estás muy graciosa, seguro que cuando
estés suplicando que pare no lo estarás tanto, podrás gritar, no te quitaré,
pero nadie te va a escuchar en un lugar como este, estás sola… estamos solos.
—solos… es cierto, estamos solo, pero no es capaz de hacerme daño… no… sí, lo
es y no sería la primera vez que lo hace, física y mentalmente.
Tengo que huir como sea por el bosque, bajarme del coche
antes de que pueda alcanzarme, pero es más rápido que yo y aunque me matase a
correr, conseguiría alcanzarme el menos que canta un gallo, así que primero
tengo que darle un golpe seco… o no ´se, hacer algo para al menos ganar algo de
ventaja, pero no me puede estropear mi regalo de aniversario.
— Déjame decirte
que estoy harta de ti, y que hagas lo que hagas nunca vas a poder conmigo, por
muy lejos que me lleves y por mucho daño que me hagas, si quieres acabar
conmigo, hazlo ya y no seas tan cobarde. —le espeto.
— Todo a su debido tiempo, por ahora, te dejo que te
bajes del coche. —está jugando al despiste.
Le hago caso y me bajo. Me acerco a él para poder darle
el golpe en el que estaba pensando aunque sé que no será algo fácil, porque
tiene demasiada fuerza y con una sola mano podría derribarme. Aunque me resulta
repugnante, no tengo mejor opción que fingir como si sintiese algo por él para
que no rechace.
— Sabes, antes nos queríamos… ¿qué nos está pasando? ¿por
qué me haces esto? —le susurro al oído y aunque es extraño no me aparta de su
lado.
Por un momento, los ojos se me ponen vidriosos porque es
cierto que nos quisimos, es la persona que más he querido pero también la que
más he odiado a pesar de nuestra relación, pero por algún motivo a pesar del
odio, que parece ser que es mutuo, ninguno de los dos ha decidido romper. Dejo
de ponerme sentimental y continúo con mi estrategia.
— ¿Ya no me quieres? Tan poco significo para ti. —consigo
que su expresión se ablande.
— Se supone que esto… iba a ser nuestro aniversario, no
un juego para definir quién es mejor. —lo estoy consiguiendo y sonrío
maléficamente.
— Tú has empezado con esto, no yo. No intentes culparme
de algo de lo que la única culpable eres tú… o me negarás que tu dichosa
sorpresita no era nada bueno… —me agarra de la barbilla y aprieta cada vez más
mientras me lo dice.
— Tu sorpresa… —y ahora ¿qué le digo? Estoy perdiendo
tiempo, un tiempo muy valioso.
— Continúa.
— Bueno mi sorpresa… está en mi bolso, dentro del coche.
— ¿A qué esperas? Tráelo.
En el fondo siempre ha sido inferior a mí, al menos, en
la manera de pensar, se le escapan pequeños detalles que a veces te dan la
victoria, como a mí en estos momentos. En el bolso siempre llevo un espejo
bastante grande para cuando me tengo que retocar el maquillaje, creo que será
suficiente como para completar mi jugada. Cojo el espejo y lo rompo en dos
contra la palanca de cambios haciendo el mínimo ruido posible para que no
sospeche y salgo del coche.
— Ya estoy aquí…—digo acercándome cada vez más a su
cuello— como te dije no es un gran regalo, al menos no creo que lo consideres
un buen regalo, aunque para mí estoy segura de que lo será.
— ¿Para ti lo será? —mierda, eso me lo tenía que haber
ahorrado.
— Quiero decir que lo es… y espero que te guste y que
sirva para arreglar lo nuestro.
— ¿De verdad de piensas que un regalo va a hacer que no
te haga daño? No te creía tan poco inteligente.
— Sabes… el que es poco inteligente eres tú… —digo
sonriendo mientras le clavo el trozo de espejo en el lado izquierdo del cuello—
después del jaque, creo que sabes lo que sigue, ¿no es así?
— No. —dice mientras se desangra.
— Tan valiente eres que te crees que por decir no, te voy
a dejar… —realmente lo cree, no acabo la frase y le vuelvo a espetar el espejo,
esta vez el corte es más profundo— no, no lo voy a hacer y tú, aquí te vas a
quedar hasta que no te quede ni un gota de sangre para expulsar.
— No me dejes… —suplica entre llantos de dolor.
— Jake, te quiero pero odio perder mis partidas, así que…
jaque mate. —y se lo espeto una última vez.
viernes, 30 de mayo de 2014
Reseña: El niño con el pijama de rayas
1.- Ficha
bibliográfica:
Título: El niño
con el pijama de rayas
Autor: John Boyle
Editorial: Salamandra
Argumento:
La novela trata sobre
Bruno, un niño criado en Berlín bajo el régimen totalitario nazi, puesto
que a su padre le encargan irse a
Auschwitz ya que es un militar de alto rango. Una vez allí, Bruno vive junto a
su familia en una casa cercana a una ‘granja’ o eso es lo que él cree que es.
Bruno tiene solo 9 años y lo único que sabe sobre la situación del momento es
que Alemania es superior a todos los demás países y lo que su profesor le
inculca junto a su padre. A pesar de que tiene prohibido atravesar las
limitaciones de la casa, sus ganas de saber más, de explorar… Hacen que un día
llegue a la granja donde conoce a Shmuel y se hace su amigo. Todos los días le
intenta visitar, jugar con él y llevarle comida. Un día todo cambia pero ellos
anteponen su amistad ante cualquier circunstancia, pase lo que pase.
Opinión:
Me ha gustado mucho, es un libro que entretiene, como
está contado desde el punto de vista de un niño inocente, muchas veces te
exaspera que no se dé cuenta de la realidad que está sucediendo, que por otro
lado, es comprensible. El libro rebaja la crueldad nazi de la II Guerra Mundial
porque lo cuenta un niño, si lo contase un adulto sería totalmente distinto, en
parte, es de agradecer que sea relativamente ligero respecto al sufrimiento de
los judíos. En definitiva, es un libro bonito en el que lo que más resalta es
la amistad.
Lo que más me ha gustado ha sido la amistad verdadera de Bruno y Shmuel que permanece fija hasta
las últimas consecuencias, es una amistad inocente de esas que ya no quedan y
que le da a la historia una sensibilidad tremenda.
La
historia trata de: realidad
histórica, amistad.
La ambientación: la Alemania nazi de Hitler, los judíos vestidos con ropa
de rayas típica de los campos de exterminio y los alemanes vestidos con ropa
normal o militar.
El tiempo: holocausto nazi.
Los lugares: Berlín,
campo de exterminio de Auschwitz.
Las palabras con que está escrita: está escrita desde el punto de vista de Bruno, lo cual le quita crueldad a la historia.
No hay nada que no me haya gustado, ha superado mis
expectativas, por decir algo que no me haya encantado, me hubiera gustado que
fuese más real, en el sentido de que le falta crueldad porque según la época en
la que está orientado la debería tener.
Los personajes que más interesantes me han parecido son Bruno, el niño alemán y Shmuel, el niño judío, porque son
inocentes, tiernos y niños, en todo su esplendor, que no saben la realidad en
la que viven, Shmuel quizás se da más cuenta, pero Bruno lo único que sabe es
lo que oye en su casa de boca de su padre; y Pavel, un sirviente judío, que a
pesar de todo es demasiado buena persona y desprende ternura. Y los que menos
me han gustado son el teniente Kotler porque es una persona exageradamente pelota, Ralph, el
padre de Bruno, porque es el típico nazi despiadado que ve con los ojos de Hitler
y no con los suyos propios, como hace Matthias, el abuelo de Bruno, que lo
único que hacen es crearle a Bruno una mentalidad racista e injusta.
El final es sobretodo impactante, inesperado y triste.
Una historia como esa no merece un final como este, pero por otra parte el
final me parece perfecto, se ve cómo la avaricia nazi muchas veces les jugaba
una mala pasada y acababan con lo que más querían sin darse cuenta.
Por supuesto que recomendaría la obra a todo el mundo,
porque es emocionante, triste pero a su vez bonita y muy inocente, es una
historia que te hace reflexionar sobre la sociedad y sobre hechos históricos
que en su día fueron aceptados a pesar de que eran inhumanos.
Debes seguir a un líder
e imitar sus ideales.
Una basura convertida en
ideario.
Morir por tu país
o eso se debería,
al menos en teoría.
Tú mueres por un amigo
imponiendo la amistad
por encima de lo demás.
Demuestras lealtad
por alguien al que debías,
simplemente, odiar.
viernes, 23 de mayo de 2014
Dulce, lenta y dolorosamente
"─ Buenos
días, hija.
─ Buenos
días, madre.” ─así eran todos los días hasta que me cansé y
la asesiné.
Sí,
la asesiné, a sangre fría. Todo planeado con meses de antelación.
Ni un cable suelto podía dejar. Ni el más mínimo detalle. Además,
una niña como yo, tan inocente, tan tierna siempre, no sería
sospechosa de su muerte, incluso habiendo pruebas evidentes… y si
lo fuese, no tendría otra opción que mandarlos a todos a una fosa
común con mi madre.
Ese
sería el primer asesinato de muchos otros. Me convertí en una
asesina disfrazada de empresaria de la cual nadie sospechaba cuando
alguien cercano a mí era hallado muerto. Nunca he matado por gusto,
o quizás sí. Definitivamente sí. Ver sus súplicas antes de morir…
sus lágrimas caer por la mejillas… sus plegarias a Dios (qué
absurdo, rezan a nadie)… es maravilloso.
Quizás
la muerte de mi madre fue por gusto, pero fue realmente divertido ver
su cara cuando le estaba rajando esa bonita piel, perfecta para su
edad. Le caían lágrimas como océanos, pero se disipaban con el
contacto con la sangre y se volvían rojas. Eso le quitaba tristeza.
Primero le destrocé la cara con la navaja que había heredado de mi
difunto padre y después poco a poco fui acabando con ella. A golpes,
como ella hacía cuando no me comportaba bien. Pero no eran golpes
simples, con la mano y ya está. Eran con la foto de su boda con mi
padre, para que viese que él si será eterno y ella no, que ser
infiel a veces sale caro y que matarla es excitante. Cuando consideré
que el marco del cuadro estaba bastante ensangrentado paré, besé la
cara de mi padre y lo dejé en el suelo. Bebí un trago de vinagre
para enjuagarme la boca, ya que mis labios tenían sangre y se la
escupí a mi querida madre en la cara para que le escociesen las
heridas, bastante profundas, que le había hecho antes. Tenía una
maleta con todo tipo de utensilios con los que le haría desear su
propia muerte, y la foto era el primero de unos cuantos más. Lo
siguiente fue quitarle el anillo de casada. Como no le salía de dedo
anular, no me quedó más remedio que cortárselo porque no merecía
poseerlo, así que con la misma navaja que le dejé la cara preciosa,
se lo corté y para que viese que seguía siendo una buena hija, metí
su mano en alcohol para que no se le infectase. Lloraba
desconsoladamente y gritaba creyendo que la escucharían, pero
obviamente el sonido no traspasa las paredes de un teatro
insonorizado completamente. Mi tortura solo había empezado, la
golpeé con todo lo que pude, sabía cómo hacerlo porque durante mi
infancia había recibido todo tipo de golpes por su parte, ahora a
mis 21 años sigo conservando las cicatrices que me había dejado en
todo el cuerpo. Por un momento siendo ternura por ella, en el fondo
es mi madre, me dio la vida, pero poco a poco, golpe tras golpe, me
la iba quitando, realmente ella no merecía mi piedad. Cuando tenía
6 o 7 años, me quemó media cara con aceite por no recoger la mesa
después de la cena. Ahora es mi turno, debo repetir sus hazañas,
pero no en mí, sino en su rostro. El aceite no es lo suficientemente
doloroso, por eso, utilizo una mezcla de aceite, sal y ácido
sulfúrico. Primero elevo la temperatura del aceite desorbitadamente
y poniendo su cabeza hacia atrás se lo arrojó en ella. Gritos.
Cuando el aceite ha penetrado en su piel, le aplico abundante sal
para que su piel queme de dolor. Más gritos. Y finalmente le aplico
H2SO4
por encima del destrozo que había hecho en su cara. La ha dejado
como un cuadro, su cara se parece a ‘El grito’ de Munch. La dejo
un rato sola gritando, llorando y volviéndose loca mientras preparo
mi penúltimo asalto. No quiero matarla aún, no ha sufrido lo
suficiente, se podría decir que ni la mitad de lo que he llegado a
sufrir yo. Por eso, solo quiero causarle una necrosis hepática
combinada con dolor por todo el cuerpo y un espantoso sarpullido
eccematoso, pero sin acabar con ella, porque el final será lo más
emocionante, así que me decanto por usar lewisita1.
Había pensado en usarlo en combinación con gas mostaza, pero
posiblemente eso hubiera sido el detonante final y me habría quedado
sin último asalto, ya que la inhalación de este gas te lleva a la
asfixia y aunque, he de reconocer verla asfixiarse no estaría nada
mal, no era suficiente, se merecía más, mucho más. En realidad
creo que todo lo que le he hecho no ha sido nada en comparación con
todo lo que podría hacer pero si el tiempo transcurría demasiado no
iba a durar viva debido a las consecuencias de todo el ‘daño’
que le había causado. De algo me habían servido las clases de
química que recibí durante mi adolescencia, así que utilizo mis
conocimientos para escoger qué compuesto químico puede hacer que se
prendan sustancias inflamables. Uno de los más efectivos es el
fosgeno, pero no podría transportarlo hasta el lugar del asesinato
sin solidificarlo, porque a temperatura ambiente es un gas altamente
venenoso, y lo último que quiero es causar mi propia muerte, así
que lo enfrío y presurizo, y finalmente lo llevo en una cápsula
hasta el teatro. Una vez dentro rocío el alrededor de mi madre con
gasolina, etanol y acetona para que en el momento que el fosgeno se
sublimice, mi madre comience a respirar el gas, sus pulmones se
dilaten y poco a poco le vaya costando respirar, hasta que
definitivamente el fosgeno reaccione con la gasolina, el etanol y la
acetona haciéndoles arder y quemándola a ella.
Dulce,
lenta y dolorosamente. Así es como empezó mi mayor hobby, asesinar.
Lewisita1:
compuesto químico peligroso y venenoso que puede provocar la muerte.
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