Y es que no es fácil decir adiós, olvidar a una persona
que ha significado tanto, que en tan solo unos meses llegó a formar parte de tu
vida, a convertirse en tus ‘buenos días’ y en tus ‘buenas noches’, en tus
sonrisas y en tus lágrimas, no es fácil. Y mucho menos es fácil hacer como si
nunca hubiera existido, porque si lo ha hecho, y de qué forma... te imaginas
cómo sería tu vida con él, incluso haces planes, absurdos, cierto, pero que
para ti significan mucho y piensas y piensas y piensas… ¿cómo hubiera sido todo
si no os separasen tantos kilómetros? ¿cómo hubiera sido todo si cada uno de
vuestros corazones no estuviesen ocupados? ¿cómo hubiera sido todo si no
empezaseis a sentir más? En definitiva, erais solo amigos, y de repente, todo
se acaba. Tu subconsciente te machada preguntándote si realmente te ha llegado
a querer alguna vez, y tú, tú dudas. Ya no sois nada, él no quiere que seáis
nada. Se te rompen los esquemas, tus pilares… todo. No tienes formar de
alzarte, porque estás demasiado hundida, hundida por haber hecho que todo
girase entono a él, resumir tu mundo en él, y mírate, has caído en un pozo del
que quizás nadie consiga sacarte.
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