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lunes, 2 de junio de 2014

Partidas de ajedrez.



Nunca antes me había enamorado de este manera como lo estoy ahora. Eso de sentir maripositas en el estómago y demás, siempre me había parecido una cursilada, quizás porque no las había sentido en mi propia piel. Es cierto que me siento ridícula cada vez que siento algo parecido, pero ¿qué se le va a hacer? Así es el amor, o eso dicen.
Hace ya 5 meses que le conocí y desde que tuve el suficiente valor como para hablarle nos hemos vuelto inseparables, casi todo lo hacemos juntos, somos uña y carne, aunque me comienzo a cansar de tanta cercanía porque llega a ser muy agobiante.
Mañana cumplimos 3 meses de relación, y es cierto que, odio los aniversarios porque son muy absurdos, decidí que por ser el número 3, mi número de la suerte deberíamos celebrarlo, aún no he decidido cómo sorprenderle… es bastante difícil por mucho que me esfuerzo no lo consigo nunca, aunque creo que lo que tengo en mente va a ser realmente sorprendente y si no lo es, supongo que será mi último intento.
***
Son las 19:45 y en menos de una hora Jake vendrá a recogerme para irnos al sitio en el que nos conocimos y allí celebrar por todo lo alto estos 3 meses de amor-odio que me ha regalado, que por un lado me hacían la persona más feliz del mundo y por otro me amargaban de una manera indescriptible. ¿Para qué me voy a intentar poner guapa, si aunque la mona se vista de seda mona se queda? Quizás un vestido negro, me hará ver elegante y quedará bien para mis intenciones. Espero que el vaya de smoking o sino no se verá muy bien después de que todo pase.
Suena el timbre y me apresuro a abrir:
— Hola, ¿estás lista para irnos? —dice con un tono dulce, quizás demasiado dulce y empalagoso.
— Claro, cuando quieras nos vamos, no te imaginas la sorpresa que te tengo…—mi voz suena misteriosa. Y es que no se imagina ni un poquito lo que va a suceder esta noche, seguro que se espera una noche perfecta, con una gran luna llena brillando sobre nosotros mientras nos abrazamos… suena gracioso comparándolo con la realidad.
Aproximadamente desde mi casa hasta el observatorio donde nos conocimos hay un par de horas, así que decidimos llevar su coche.
— ¿Tienes ganas de llegar? —dice con una sonrisa pícara.
— Sí, muchísimas Jake, no te lo imaginas. —no se imagina las ganas que tengo.
— Te he comprado un regalo, no es mucho pero espero que te guste. —“Sí, seguro”. Pienso.
— Yo no he tenido tiempo para comprarte nada… lo siento, espero que con lo que te tengo preparado sea suficiente y obviamente, que eso te haga feliz. —no me responde, simplemente sonríe.
Estoy harta de sus sonrisas, las tengo demasiado vistas, es tan previsible, no creo que pueda soportarle mucho más tiempo. Mientras circulamos por la carretera hasta antes de desviarnos hacia el bosque en dirección al observatorio él continúa sonriendo y no me queda más remedio que imitarle, y así lo hago, le sonrío falsamente cada vez que me mira. Noto algo diferente en su mirada, y no consigo descifrarlo, es como si irradiase maldad, pero no lo creo, quizás solo son imaginaciones mías pero es mejor comprobarlo.
— ¿Estás bien? Te noto… mmm… extraño. —digo tartamudeando, y se me nota la preocupación.
— ¿A mí? Claro que no, cielo, imaginación tuya. —sí, como siempre, todo me lo imagino, pero esta vez tengo un mal presentimiento, es como si él estuviese actuando como yo, imitándome, solo espero que no me tenga la misma sorpresita preparada… aunque no lo veo capaz. Somos demasiado diferente, en todo, lo difícil de explicar es cómo estamos juntos con el choque de carácter que tenemos.
***
Son ya las 21:35 y aún no hemos llegado, es más, creo que se ha equivocado de desviación, aunque no estoy muy segura porque con la oscuridad de la noche es difícil saber por dónde circulas, además la señalización no es muy buena que digamos.
— ¿Por qué paras el coche? Aún no hemos llegado. —lo que creía está actuando como yo.
— ¿Llegar? ¿A dónde quieres llegar?
— ¿Se puede saber a qué demonio estás jugando? —le grito.
— A lo mismo que llevas tú jugando todo este tiempo… oh, ¿estás asustada? —su voz resulta asquerosa.
— Jake, creo que no lo entiendes, que nunca lo has entendido, aquí la que decide cómo, cuándo, dónde y a qué jugar soy yo… y resulta que en estos momentos haces referencia a tu nombre, porque estás en jaque. —hago lo imposible para permanecer calmada y que no note que puede conmigo.
— Se ve que te estás muy graciosa, seguro que cuando estés suplicando que pare no lo estarás tanto, podrás gritar, no te quitaré, pero nadie te va a escuchar en un lugar como este, estás sola… estamos solos. —solos… es cierto, estamos solo, pero no es capaz de hacerme daño… no… sí, lo es y no sería la primera vez que lo hace, física y mentalmente.
Tengo que huir como sea por el bosque, bajarme del coche antes de que pueda alcanzarme, pero es más rápido que yo y aunque me matase a correr, conseguiría alcanzarme el menos que canta un gallo, así que primero tengo que darle un golpe seco… o no ´se, hacer algo para al menos ganar algo de ventaja, pero no me puede estropear mi regalo de aniversario.
 — Déjame decirte que estoy harta de ti, y que hagas lo que hagas nunca vas a poder conmigo, por muy lejos que me lleves y por mucho daño que me hagas, si quieres acabar conmigo, hazlo ya y no seas tan cobarde. —le espeto.
— Todo a su debido tiempo, por ahora, te dejo que te bajes del coche. —está jugando al despiste.
Le hago caso y me bajo. Me acerco a él para poder darle el golpe en el que estaba pensando aunque sé que no será algo fácil, porque tiene demasiada fuerza y con una sola mano podría derribarme. Aunque me resulta repugnante, no tengo mejor opción que fingir como si sintiese algo por él para que no rechace.
— Sabes, antes nos queríamos… ¿qué nos está pasando? ¿por qué me haces esto? —le susurro al oído y aunque es extraño no me aparta de su lado.
Por un momento, los ojos se me ponen vidriosos porque es cierto que nos quisimos, es la persona que más he querido pero también la que más he odiado a pesar de nuestra relación, pero por algún motivo a pesar del odio, que parece ser que es mutuo, ninguno de los dos ha decidido romper. Dejo de ponerme sentimental y continúo con mi estrategia.
— ¿Ya no me quieres? Tan poco significo para ti. —consigo que su expresión se ablande.
— Se supone que esto… iba a ser nuestro aniversario, no un juego para definir quién es mejor. —lo estoy consiguiendo y sonrío maléficamente.
— Tú has empezado con esto, no yo. No intentes culparme de algo de lo que la única culpable eres tú… o me negarás que tu dichosa sorpresita no era nada bueno… —me agarra de la barbilla y aprieta cada vez más mientras me lo dice.
— Tu sorpresa… —y ahora ¿qué le digo? Estoy perdiendo tiempo, un tiempo muy valioso.
— Continúa.
— Bueno mi sorpresa… está en mi bolso, dentro del coche.
— ¿A qué esperas? Tráelo.
En el fondo siempre ha sido inferior a mí, al menos, en la manera de pensar, se le escapan pequeños detalles que a veces te dan la victoria, como a mí en estos momentos. En el bolso siempre llevo un espejo bastante grande para cuando me tengo que retocar el maquillaje, creo que será suficiente como para completar mi jugada. Cojo el espejo y lo rompo en dos contra la palanca de cambios haciendo el mínimo ruido posible para que no sospeche y salgo del coche.
— Ya estoy aquí…—digo acercándome cada vez más a su cuello— como te dije no es un gran regalo, al menos no creo que lo consideres un buen regalo, aunque para mí estoy segura de que lo será.
— ¿Para ti lo será? —mierda, eso me lo tenía que haber ahorrado.
— Quiero decir que lo es… y espero que te guste y que sirva para arreglar lo nuestro.
— ¿De verdad de piensas que un regalo va a hacer que no te haga daño? No te creía tan poco inteligente.
— Sabes… el que es poco inteligente eres tú… —digo sonriendo mientras le clavo el trozo de espejo en el lado izquierdo del cuello— después del jaque, creo que sabes lo que sigue, ¿no es así?
— No. —dice mientras se desangra.
— Tan valiente eres que te crees que por decir no, te voy a dejar… —realmente lo cree, no acabo la frase y le vuelvo a espetar el espejo, esta vez el corte es más profundo— no, no lo voy a hacer y tú, aquí te vas a quedar hasta que no te quede ni un gota de sangre para expulsar.
— No me dejes… —suplica entre llantos de dolor.
— Jake, te quiero pero odio perder mis partidas, así que… jaque mate. —y se lo espeto una última vez.

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