Eran las 5 y media de la madrugada. Una paloma mensajera
picó en mi ventana. En su pico, un sobre. Era él. Me había mandado un mensaje.
¡Qué nervios! ¿Qué pondrá? ¿La abro ya o espero? Y la abrí. Su mensaje era
claro a la vez que confuso: “if you can
dream it, you can do it. A la salida del sol en el pozo del bosque”. Todo
me parecía normal, salvo el hecho de que nunca habíamos quedado allí.
Rápidamente me vestí. Algo básico, unos pantalones negros, una blusa azul y las
botas. Cogí lo necesario para ir y me puse en camino. No sabía muy bien dónde
estaba el pozo porque había ido en contadas ocasiones y siempre me acompañaba
alguien. Desde la muerte de Rob allí no había vuelto. Supongo que por los
recuerdos. Verle caerse dentro, su grito desesperado, cada vez más lejano… fue
demasiado traumático para mí y me ha dejado marca. Pero ahora lo que importa es
mi cita con Daan. El pozo queda al final del Bosque de Isis, tras pasar el
puente de enredaderas. Ese bosque siempre me había parecido extraño, o tal vez,
mágico. Las cosas que suceden ahí nunca tienen un por qué. Sinceramente cada
vez que iba, volvía aturdida a casa. Y cada vez que iba tenía miedo de no
volver. Tras cruzar el puente giré a la derecha y seguí recto hasta llegar al
pozo. Allí no había nadie. ¿Dónde está Daan? ¿Me habrá mentido? Me preguntaba.
-¡Hola! ¿Asustada? –gritó detrás de mí.
-¿Debería de estarlo Daan? –le dije con un tono de
enfado.
-Claro que no, no te voy a hacer daño, tranquila.
Sus palabras sí que tenían magia, cuando él habla todo
parece bueno, incluso los misterios que esconde este dichoso lugar. Estaba
llena de dudas. Él odia las preguntas, tanto como yo odio la intriga. Me
gustaría darle un par de collejas por traerme sin decirme para qué, pero no lo
hago.
-¿Estabas dormida? ¿Te he despertado? –dice con tono
irónico.
-No, que va… estaba contando ovejitas. –le respondo con
una cara demasiado agria, incluso para mí.
-¿Y qué tal? Las ovejitas digo. –sigue preguntando. Odia
que le hagan preguntas, pero adora hacerlas.
-Eres imbécil, ¿sabes? Están todas bien, duermen.
-Eh, no seas agresiva. –y me abraza dándome un beso en la
frente.
Así cualquiera no se vuelve dócil. A pesar de ello, sigo
desconfiando de él. Al igual que el bosque, esconde muchos secretos, que aún no
ha tenido valor de revelarme. Algún día lo hará, espero.
A medida que avanzamos, más tiemblo.
-¿Tienes frío? Ten.-me dice poniéndome su chaqueta de
cuero.
-Gracias pero el cuero no da mucho calor. –le digo entre
risas.
-Has sonreído, al fin, lo creía imposible. –dice.
Seguimos caminando, y el sol empieza a desaparecer cuanto
más lejos del pozo estamos. Es raro, se supone que debe aparecer, no
desaparecer. El reloj marca las 6 y cuarto. Le necesitaba preguntar qué estaba
pasando, pero dudo un instante.
-Daan… mi voz tiembla al pronunciar su nombre.
-Eso mismo me pregunto yo, ¿por qué el sol se esconde?
Tengo miedo. empiezo a palidecer cuando oigo pasos.
-No es nada,
supongo que se está nublando el día. –ni siquiera él, que va de valiente,
evadía miedo.
-¿Qué hacéis
aquí? –susurra una voz detrás de nosotros.
¡Los pasos!
Claro. Me giro y, no pasa nada, es Jordy, no nos hará daño.
- Jordy… la
pregunta es ¿qué haces tú aquí? –la voz con la que Daan pronunció esas palabras
era de enfadado lleno de celos. Le doy un codazo para que se relaje.
-Daan tranquilo,
estaba de paso, no te enfurezcas. –le dice Jordy con una sonrisa malvada en los
labios.
Siempre han sido
así, rivales. Incluso en una tontería querían ganar. Pero, ahora, no entiendo a
qué viene tanta mirada de enfado y tantos celos, si se les puede llamar así.
Desde lo de Rob su relación ha empeorado. Cuando él vivía, no eran amigos, pero
se intentaban llevar bien. En cambio, yo, desde aquello, me llevo mejor con los
dos porque me han ayudado a superarlo. Pero mi debilidad siempre ha sido, es y
será Daan. De ahí que cuando estoy con Jordy, él ponga malas caras.
-Jordy, creo que
vas sobrando…– dice Daan, y otro codazo le doy.
-¿Tienes prisa de
que me vaya, bonito? Que decida ella. –le responde Jordy, aunque, con un tono
muy desagradable, lo cual hace que hasta yo quiera que se vaya.
-Creo que… bueno…
deberías irte… mañana nos vemos. –le digo, lo más amablemente que puedo.
Tras mirar
fijamente, con odio, a Daan, se despide de mía con un beso en la mejilla y se
va. No me quedo tranquila. Se ha ido por donde no tiene que ir, ¿a dónde irá?
Que haga lo que quiera, pienso fríamente.
-Sígueme. –me
susurra Daan al oído.
Le sigo por un
camino que no era de tierra ni de hierba ni de piedra, era de algún material que
extraño, que desconocía, pero que me gustaba, brillaba y daba sensación de
magia. La luna empieza a salir, ¿en serio? La luna por la mañana, hay cosas
anormales y luego las que yo presencio.
-¿Recuerdas la
frase que te puse en la carta? –me dice.
-Sí, “if you can dream it, you can do it”.
–le digo con cara de no saber a qué viene eso.
-¿Recuerdas lo
último que nos dijo Rob antes de morir? –la voz de Daan se entrecorta.
Y comienzo a
pensar, pero no recuerdo sus palabras, solo veo su caída, cómo cae, como se
aleja. Pienso, pienso, pienso… ¡eso es! Lo último que dijo fue esa frase,
claro, por eso Daan me la puso en la carta.
-Claro, lo
recuerdo. –le digo con los ojos encharcados.
-No, pero no
llores. No soporto verte llorar, es como una patada en el estómago. –me seca
las lágrimas que ya se habían deslizado por mis mejillas y me abraza. Me abraza
como solo Rob lo hacía. Cuando Rob me abrazaba parecía como si el mundo se
parase y solo quedásemos nosotros dos. Y ahora… estoy sintiendo lo mismo. ¿Me
habré enamorado de Daan? No sé, no puede ser, o sí.
-Verás, Rob una
vez me contó lo mucho que te quería y me dijo que si algún día faltaba,
esperaba que fuese yo quien te hiciese feliz, y eso quiero. Me dijo que en este
lugar, te conoció, y que es mágico. Por eso, te traigo aquí. Si esto
verdaderamente es mágico, me querr…–no le dejo acabar la frase e intervengo.
-No es necesario,
ya te quiero. No lo sabía hasta hace un momento y…–me corta él con un beso.
Se parece tanto a
Rob, que pienso que son la misma persona aunque sé que eso es imposible. Es un
beso tan dulce que… no, ya no lo es, siento en los labios un sabor salado… no,
no puede ser, no. Es sangre. Me despego rápidamente de él y veo como cae un
chorro de sangre por su boca.
-Recuerda que
siempre te voy a querer y nunca lo olvides “if you can dream it…–su último
aliento, no consigue acabar la frase y se muere, se muere en mis brazos.
Miro sus ojos
cristalinos una última vez, le bajo los párpados y mientras lloro y con la voz
casi insonora, acabo sus últimas palabras.