Páginas

viernes, 4 de julio de 2014

¿Le odiaba o quería odiarle?






Siempre he odiado las mentiras, siempre. Más aún cuando las descubro y me las siguen negando. Se siente impotencia y rabia. Varios meses atrás en una de esas tardes aburridas, me encontré con un artículo que a simple vista me habría pasado desapercibido, pero aquel día no. Comencé a leerla y me paré en un dato muy curioso y beneficioso para mí, al parecer, la verdad puede salir a la luz con un simple pinchacito en el brazo. A partir de ahí, comencé a investigar, incluso acudía con frecuencia a reuniones de químicos, de esos que son muy frikis y están pasados de la cabeza, en ellas he de reconocer que aprendí muchas cosas, las cuales estoy a punto de poner en funcionamiento.

Desde que conocí a Seth, mi desconfianza hacia él ha ido aumentando notablemente, no sé si por sus respuestas inconclusas, por sus idas de cabeza o… sí, las mentiras son uno de los elementos principales. Las personas aguantamos hasta cierto punto pero llega un momento en el que no se aguanta más. Es muy “la gota que colmó el vaso”.

Hace dos semanas me rompió el corazón, o algo similar, realmente no se puede, pero sí herir gravemente. Me sentí fatal, rota, engañada… a pesar de que no manteníamos una relación seria, mis sentimientos hacia él cada segundo, cada minuto, cada hora eran aún mayores, no podía evitarlo por más que intentaba no quererle, no lo conseguía. Quería odiarle desde aquel domingo. Yo quería odiarle. No lo conseguía de ningún modo. “¿Por qué si del amor al odio hay un paso, yo no consigo odiarle?” era la pregunta que más tiempo pasaba en mi cabeza, sin respuesta alguna. Desde pequeña había oído a mi madre decir que los problemas se tienen que cortar de raíz. Y es lo único que puedo hacer.

Si no fuese porque me negaba la verdad, no habría llegado a estos extremos.


Viernes, 21:32

» ¿Te apetece cenar conmigo esta noche,

en mi casa, dentro de una hora? «


Espero con ansia su respuesta. Miro el reloj impaciente. Van a ser las 21:45. Nada. No da señales de vida. Eso sí que sería una pena, me refiero a que no dé señales de vida. Odio que las fiestas comiencen sin mí, y esa sería una. El tiempo corre, cada vez más rápido. Tic, toc, tic, toc.


22:07

» A las once estaré ahí «


Al fin responde. Tengo menos de una hora para prepararlo todo. Lo primero es una buena cena, ante todo he de ser una anfitriona de diez. Creo que con tres platos será suficiente. El postre… creo que será inesperado para él, no tanto para mí. Un helado de frutos secos y uvas. Me centro más en esto que en el resto porque es lo más importante. La guinda que adorna el pastel, y nunca mejor dicho. Almendras y nueces por un lado, manipuladas genéticamente para que la concentración de cianuro1 que poseen aumente pasando de 2,50 mg por kg a 25 mg por kg, y las uvas por otro, que no han pasado por ningún cambio, por tanto, si no les quito las pepitas de su interior, las cuales contienen cianuro, el postre será más explosivo si cabe. Es un helado incluso apetecible, si no fuese por la sorpresita. Lo dejo en la nevera y me pongo a preparar el resto de la cena. Son las 22:29, y en media hora llegará. De primero algo simple, apenas tengo tiempo para acabar con todo esto, así que una crema de rape y gambas servirá. Para el segundo un simple bacalao al pil pil. Quedan 5 minutos para las once, y he conseguido acabar todos los platos. Había pensado poner una mesa con velas en el balcón pero no es un lugar apropiado, mejor en el comedor. 


23:02


Suena el timbre, abro y es él.

—Siento haberme retrasado —mira el reloj— uhm… 2 minutos —dice sonriendo.

—Tranquilo, pasa. Está todo listo —digo entonando con ganas la palabra “todo”.

Pasa al interior de la casa dando rodeos. Le noto especialmente nervioso. Seguro que ha estado con alguna amiga, a la cual habrá dejado a medias y ahora se siente culpable por ello. Realmente no me importa porqué lo está, así que ni me molesto en preguntarle. Además después cantará como un gallo al amanecer dando los buenos días al mundo.

—Te he traído una botella de vino tinto, es un Malbec2.

—Gracias, seguro que complementa la cena —no puedo evitar que se me revuelva todo.

Nos sentamos en la mesa, frente a frente. Mirándonos a los ojos. Esos ojos color miel que un día me hechizaron. Esos ojos color miel que no volverán a brillar. Esos ojos. No sé cómo hemos llegado a esto. No consigo entenderlo. Aunque podría ser peor. ¿Sí? ¿Podría serlo? Quizás no. No lo sé, no puedo saberlo, ni quiero. 


00:41


No creía que nos llevase tanto tiempo cenar. Aún nos queda el postre. El vino se me ha subido un poco a la cabeza, a él no tanto. Estamos pasando un agradable rato, qué pena que no sea para siempre.

—Ahora vuelvo, voy a por el postre —digo riéndome y tropezando con la silla.

Desde la cocina le observo antes de abrir el refrigerador. Mira el reloj cada 2 segundos y no para de escribir en su móvil. Supongo que una pregunta más para hacerle. Vuelvo a tropezar. He bebido demasiado vino, espero no meter la pata por ello. Saco los helados, el suyo en una copa azul y el mío en una rosa. Sabía que si no los diferenciaba claramente me equivocaría. Me agradezco a mí misma haberlo hecho así, con la cantidad de alcohol que he ingerido no sé ni cómo me llamo. Me acerco a la mesa dando traspiés. Seth se levanta a ayudarme. Le doy su copa y apoyo la mía en mi parte de la mesa. Me siento como puedo sin caerme.

—No queda vino… creo que tengo un Château d’Yquem3 por ahí, voy a busc… —me corta.

—Mejor dime dónde está y yo lo busco, no estás en condiciones… quiero decir que… —se traba.

—Ni hablar puedes, no sé quién está peor —digo entre carcajadas y voy a buscar el vino.

Reviso todos los armarios de la cocina hasta que lo encuentro. Descorcho la botella. Me da un poco de pena usar un vino de esta categoría para esto pero en parte, la ocasión lo merece. Agarro dos copas y las lleno de vino. La suya de vino con tiopentato de sodio4. Espero que no se amargue el sabor. Una vez más, reto a la gravedad y regreso a la mesa con dos copas medio llenas, medio vacías. Bebo la mía de un trago y le doy a Seth la suya. No bebe.

—No me encuentro muy bien —“normal, el cianuro es lo que tiene” pienso. Sinceramente debería agradecerme no haber aumentado la concentración de cianuro en los frutos más, si por mí fuese en estos momentos estaría en una parada cardiorrespiratoria.

—Oh, bébelo y te sentirás mejor —noto cómo se me hincha la vena del cuello al decírselo y al ver que hace caso omiso de mis palabras. Espero no tener que hacérselo tragar. Finalmente comienza a darle pequeños sorbos a la copa hasta que se la acaba. Se le ve cansado. Demasiado cansado. Le acompaño al sofá para que esté más cómodo. Espero no haberme pasado con la dosis de trapanal5, aunque eché menos cantidad de la que se usa como anestesia, es decir, en vez de 7 mg por kg, eché unos 2 o 3. Con esa cantidad no puede quedarse anestesiado, aunque si se diese ese caso, en 15 minutos le tendría despierto. Simplemente quiero que se quede hipnotizado, para que diga y haga lo que le ordene… para que por una vez, sea sincero conmigo. Necesito eso, sinceridad. Ni siquiera sé qué preguntarle primero. Tengo tantas dudas… y como no me apure tendré que drogarlo otra vez y quizás le provoque apnea6 o hipotensión7, lo cual no es lo que quiero. 


1:29


—¿Qué me has hecho? ¿Qué mierda me has dado? —dice intentado gritar.

—Aquí las preguntas las hago yo —digo sollozando, esto va a poder conmigo, así que comienzo.

—¿Dónde estabas antes de llegar? ¿Con quién? Dime.

—Yo… estaba con ella… no quería pero…

—¿Quién es ella? Habla —no quiero llorar pero tampoco puedo evitarlo.

—Ya sabes… no llores, por favor no. —le noto arrepentido y por un momento siento compasión.

—QUIERO QUE ME CONTESTES Y PUNTO —le abofeteo mientras le grito.

—Elle… estaba con Elle pero no…

—Acaba la jodida frase, me estás comenzando a enervar.

—Elle me obligaba… estos… meses yo no quería, no quería.

—¿Qué no querías? —“no te ablandes, no lo hagas” me repito una y otra vez.

—Decía que si no cumplía sus deseos, que si no hacía lo que me ordenaba… iba a… no quería.

—Venga… ¿de verdad piensas que me voy a creer que te convertiste en algo como su sumiso por miedo a lo que ella pudiese hacer?

—Iba a… matarte a ti… no podía permitir eso, nunca ¿entiendes? —se derrumba.

—No… no puedo creer que… todo este tiempo pensando que me mentías, sintiéndome engañada, estando rota, más muerta que viva porque… y ahora esto… me dices que ella quiere matarme y yo… yo estoy aquí a punto de matarte a ti y… — ahora la que se derrumba soy yo.

—Yo… solo te quiero a ti, siempre lo he hecho… a pesar de esto, sé que es un engaño pero ¿qué más podía hacer? Antepuse tu vida a nuestra relación y ahora… —le veo siendo él realmente y consigue ablandar mi férreo corazón. Sé que le quiero pero no sabía que él me quería a mí, si al menos lo hubiera demostrado… a veces es tan frío que duele. No quiero herirle. Sus palabras, su voz… suena tan real. Actuar con el corazón o con la cabeza, con el amor o con la cordura. Ni siquiera sé si debo seguir escuchándole, aunque no puede estar mintiendo… no es posible. Verle así; derrotado, arrepentido y llorando me hace más daño a mí que a él. ¿Una vida sin él? Si no tuviese otro remedio quizás sí, pero teniéndolo me niego a dejarle ir, más aun sabiendo que lo que ha hecho ha sido por protegerme, aunque haya sido un engaño, podré perdonarle, supongo que con el tiempo.

—Me siento tan mal por estar haciendo esto… me has mentido… mejor dicho, engañado con otra… no será fácil de olvidar, sí de perdonar porque te quiero más de lo que desearía… lo único que puedo hacer es asegurarme de que no me engañarás otra vez y que Elle no me hará daño… ni a ti tampoco —eso es, lo único que tengo que hacer es acabar con Elle y no es algo complicado. Me hago pasar por Seth. Quedo con ella. Y en un abrir y cerrar de ojos, problema zanjado, matado y enterrado.

Debería reflexionar, refrescar mis ideas pero el tiempo no es abundante. Lo último que quiero es alargar este infierno en el que se ha convertido mi vida desde hace unas semanas. 


Cianuro1: compuesto químico, muy tóxico.

Malbec2: vino tinto argentino catalogado como el mejor del mundo.

Château d’Yquem3: vino blanco francés catalogado como el mejor del mundo.

Tiopentato de sodio4: droga de efectos anestésicos que hace que el paciente hable sin ser consciente de sus propias palabras.

Trapanal5: sinónimo de “tiopentato de sodio”.

Apnea6: enfermedad del aparato respiratorio cuyo síntoma es la interrupción de la respiración.

Hipotensión7: tensión sanguínea excesivamente baja.